Cuando empezamos a crear un bodegón o una composición en fotografía de gastronomía, disponemos de una serie de elementos que debemos ordenar para orquestar un equilibrio en nuestro encuadre, cada nueva fotografía es un lienzo en blanco.
Partimos desde cero y la forma de romper el hielo pasa por que nos preguntemos a nosotros mismos algunas cuestiones que nos van a ayudar a saber por donde empezar. Yo suelo preguntarme lo primero a dónde quiero llegar, definir mi objetivo es el primer paso.
Una vez conozco cual es mi objetivo, me gusta resolver la fotografía como si fuera una narrativa donde dispongo de una serie de elementos que me van a ayudar a trasladar ese mensaje. Inventando mi propia historia visual que consiga transmitir mi objetivo a través de una imagen suficientemente evocadora, que no va a necesitar palabras para comprenderla.
La composición como herramienta para provocar emociones
La forma en la que disponemos los elementos van a crear una relación entre ellos de forma. Se van a crear tensiones, armonías, atmósferas, incluso luchas para ser el foco de atención.
El éxito en una composición está en conseguir que el elemento que queremos que sea el protagonista. Todo el resto de componentes de la imagen van a estar vinculados a reforzar el protagonismo del elemento estrella. Por tanto lo primero será definir cual será el protagonista y todo el resto de elementos serán los actores secundarios que van a actuar para reforzar ese protagonismo.
¿Como conseguimos esto? Pues solo con la disposición de los elementos en función del ángulo de cámara. Las imágenes las lee el ojo humano igual que leemos un texto, empezamos por la izquierda y vamos trazando de forma inconsciente un camino visual hasta llegar al protagonista. En nuestra mano está decidir como de rápido llegará el ojo, o cuanto lo iremos haciendo viajar por el encuadre. Descubriendo en el camino elementos que vayan aumentando el interés por descubrir el protagonista. Esto ocurre de forma muy rápida e inconsciente.
Ubicaremos el objeto protagonista según la composición que vayamos a hacer y una vez tengamos clara la ubicación. Empezaremos a añadir los actores secundarios que en la fotografía de gastronomía será el atrezzo, ingredientes, salsas, cubertería, textiles, etc. Será como una orquesta acolchando al solista que es el que brillará en todo momento.
Reglas de la composición:
En la composición en fotografía gastronómica o cualquier otro tipo de bodegón o producto. Hay varias reglas utilizadas tradicionalmente para la composición fotográfica, que podemos utilizar para los bodegones de fotografía. Son reglas que derivan de proporciones matemáticas y nos ayudan a entender como trazar esos caminos que el ojo va a recorrer y cuales serán los puntos donde se va a centrar nuestra atención. Son plantillas que se aplican a la pintura tanto como a la fotografía, arquitectura y a tantas otras artes. Entiendo que no debemos siempre seguir de forma rigurosa estos patrones, sin embargo nos ayudan a desarrollar recursos cuando estamos bloqueados con el lienzo en blanco.
Las reglas mas conocidas son:
La Regla de los Tercios
Divide el encuadre en 3 partes iguales verticalmente y horizontalmente. Los puntos de cruce de las lineas son lugares donde podemos ubicar a nuestro protagonista. Es la regla mas utilizada y la mayoría de las cámaras disponen en su visor la opción de mostrar las líneas de los tercios. Muchas cámaras de fotografía la llevan de serie en sus visores.
La Regla de PHI o Fi
Divide igualmente el encuadre en 3 partes horizontal y verticalmente pero la división central tiene la proporción de 1 mientras que los laterales 1,618. Esa proporción 1 : 1,618 crea una sensación armónica que se repite en elementos de la naturaleza.
La Espiral de Fibonacci
Es también una espiral derivada de un patrón matemático, formando una curva similar a un arabesco con origen en una esquina. Nos hace viajar por el encuadre hasta el punto central de la espiral donde encontraríamos nuestro protagonista.
El Triángulo Dorado
Es una diagonal que recorre el encuadre de una esquina a la otra mientras que dos lineas perpendiculares a esa diagonal van a buscar las otras dos esquinas. Igualmente los puntos de encuentro de estas líneas con la diagonal principal, son puntos donde ubicar al elemento protagonista.
Uso del color como herramienta de la composición
Los colores son evocadores e inciden sobre nuestros estados de ánimo. La combinación de la composición de las formas junto con el uso del color nos ayuda a enfatizar a nuestro protagonista y alejar a los actores secundarios. Los colores cálidos en la gama de rojos y amarillos atraen la atención y el protagonismo. Los colores complementarios de éstos como son las gamas de verdes y azules se comportan de forma natural como “fondos” de los colores protagonistas. Sabiendo que la mente interpreta así las preferencias cromáticas, podremos hacer uso del color para atraer o alejar la atención del ojo hacia determinado alimento en nuestra fotografía.
Conclusiones
Las reglas de composición no son algo que debamos seguir siempre con rigidez, son una muleta donde empezar a apoyarnos para momentos en los que no sabemos como abordar el inicio de una nueva fotografía. En el tema del color en vez de jugar con los fríos y los calientes podemos usar gamas monocromas en colores de similares tonalidades. En monocromos, dejamos todo el juego de formas para la composición y restando importancia a los contrastes de color. El color está al servicio de nuestras intenciones, incluso para transgredirlo también.
Esta reflexión final viene a decir que las normas están tanto para cumplirlas como para incumplirlas, a mi me encanta incumplirlas, hacer que mi ojo sea el que va tomando decisiones en la composición. Lo realmente importante es que seamos conscientes de cuales son las herramientas que tenemos en nuestras manos. Nos ayudarán a contar la historia de nuestra fotografía y a partir de ahí crear nuestro propio código de lenguaje. Esta repetición será la que nos ayude a definir nuestro propia seña de identidad y un sello de autor que ayude a quienes observan nuestras fotografías y reconocer un estilo propio. Ese estilo se crea a base de repetir fórmulas con las que uno se encuentra cómodo y esa reincidencia es la que va creando un sello personal.